12 noviembre 2009

Un viaje sin ida ni retorno

Y entre melodías y susurros de Calamaro, intentaba desnudarse lenta y concienzudamente. Quería saber qué había bajo esa capa, bajo ese barniz que la ocultaba. Explorar dentro de sí misma hasta encontrarse, como se encuentra un viejo recuerdo en el almacén de la memoria. De repente. Sin avisar.

Y en un alarde de sinceridad, se contó que había horas punta y horas valle, como en todo medio de transporte, y que seguro llegaría a alguna parada más pronto que tarde; pero a veces falla algo y sólo alcanzas a entender que "hace un ruidito raro", que "se ha estropeado alguna pieza" o simplemente, que "falta combustible".

Y pasó la tarde, así, sin hacer nada, mirando cada centímetro de piel, de sentimiento...


" Y aunque casi me equivoco..."
Andrés Calamaro