No quiere seguir. Sabe que va a llegar un momento en el que gire la esquina y lo encuentre de frente. Por eso quizá sus pasos se ralentizan, se paran. De pronto ya está segura de que lo tiene delante, pero se niega a levantar la cabeza, hasta que la proximidad hace imposible no mirarlo.
Y ahí está. Como siempre. Estático, aunque con escasos y pequeños movimientos casi imperceptibles. Iluminado, a pesar de que todo está oscuro alrededor. Testigo de voces y silencios. De miradas. De huidas.
Quiere forzar el recuerdo para que vaya más atrás. Revivir lo que antes le evocaba este lugar. Pero la memoria es caprichosa, y prefiere dejar oculto ese forjado de vivencias y quedarse sólo con una página que aún tiene la tinta húmeda.
- "Es mi memoria, y puedo hacer con ella lo que quiera - pensó-. Así que si vuelve a hacerme algo así, tendremos una seria discusión sobre quién elige los recuerdos que quiere guardar. Se va a enterar de quién soy yo."
Y decididamente, se da la vuelta y comienza a andar con cierto aire de superioridad, aunque seguramente ya haya decidido que no volverá a pisar esas calles por un tiempo, no vaya a ser que tenga que enzarzarse en una guerra contra esa perra que se empeña en sacar a la luz lo que ya debería estar en el más oscuro de los cajones.
"Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria"
Joaquín Sabina*
*de la canción de Sabina, pero tomado por él de Benedetti: "el olvido está lleno de memoria"
15 febrero 2009
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