Y en la penumbra que envuelve la habitación a estas horas de la tarde, se martiriza con canciones ya olvidadas, recuerda el tacto de una piel que no es la suya y provoca lágrimas que expulsan rabia y saben a soledad.
En qué hora se le ocurriría salir a la calle aquel jueves a revivir historias acabadas y por qué tuvo que enterarse de aquel acto cargado de sensaciones del viernes... ahora llega el sábado y sólo vive en el pasado; el suyo propio abandonado bajo sábanas y el de aquél anciano que ayer logró sacarle el llanto que había permanecido oculto bajo la ignorancia.
Porque ayer no aprendió en qué consiste el comunismo, por muchas explicaciones que le dieran; sino que aprendió que una persona puede VIVIR muchos años saboreando cada instante. Y tal vez para ello no sean necesarios 23 años de reclusión franquista en aquel oscuro penal de Burgos. Quizás se puede conseguir replanteándose cuán de oscura es esta habitación, esta ciudad.
Y respecto a él, seguramente sea mejor volver a esconder en el cajón aquellos largos meses que, hace ya otros tantos, acabaron dejando un dulce sabor de boca. Para eso está la memoria.
Gracias, Marcos Ana, por vivir enseñando y enseñar viviendo.
"Aferrarse a las cosas detenidas es ausentarse un poco de la vida"
Pablo Milanés
26 septiembre 2009
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