20 marzo 2009

Añorada ingenuidad

Hace pocos días una conversación me hizo plantearme algunas cosas. Hablaba con una persona unos años menor que yo de diversos temas. Hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos y teníamos que "ponernos al día".
Empezó a narrarme historias que le habían sucedido últimamente y yo lo miraba y asentía, aunque por dentro pensaba involuntariamente en que aún le faltaban algunas cosas por vivir que yo ya había pasado. La conversación siguió un rato más en su terreno y al finalizar le di algunos consejos.Entonces me tocó a mí. Comencé a recordar y a enumerar una por una las situaciones más destacables de mis últimos meses mientras que la otra persona escuchaba espectante. Me sorprendió que en ningún momento me interrumpiera para comentar, como yo había hecho anteriormente, pero seguí hasta el final. Cuando terminé, después de unos segundos de silencio, me miró y de repente empezó a decirme todo lo que pensaba. Fue ahí cuando de pronto descubrí que una persona que está en lo que llamamos comunmente "la edad del pavo" estaba siendo capaz de llegar a mis verdaderos sentimientos, que por supuesto estaban debajo de todo el artificio de mi narración, y me abrió los ojos.
Intentando no manifestar mi estado en ese momento, interiormente grite "Eureka!". Realmente las respuestas habían estado todo este tiempo dentro de mí, simplemente le daba tantas vueltas a los hechos que en ningún momento miré en mi interior ni dediqué unos minutos a indagar en lo que yo sentía. Su discurso acabó con un interrogante y al instante otra vez mi vocecita interior gritó, pero esta vez fue un insulto. Un insulto hacia mí por no haber sido capaz antes de hacerme una pregunta tan simple.



" y así crecí volando, y volé tan deprisa que hasta mi propia sombra de vista me perdió "
Joaquín Sabina

1 comentario:

José M. dijo...

magnífico el artículo, felicidades por el blog